domingo, 8 de septiembre de 2013

 
Mucho antes que se pusieran de modas los gurus en occidente, las antiguas chamanas ya sabían encontrar el momento y lugar para meditar, orar, o cantar alabanzas. Se puede orar o meditar incluso lavando platos, limpiando la casa, esperando en el dentista: se trata de entrar en vibración Beta, cerrando los ojos y mirando hacia dentro.
Las mujeres que se preocupan sin cesar no pueden meditar ni orar meditativamente, en todo caso recitan retahílas sin sentido. La meditación no es hacer listas de propósitos, o rememorar dolores o resentimientos pasados.... Meditar es otra cosa.
Quizás el término piadosas es el que describe con mayor precisión lo que hacen las ancianas: guardar algo en el corazón y sopesarlo es una forma de meditación.
A medida que envejecemos las personas que queremos y ya han muerto van en aumento y en nuestras meditaciones las abrazamos con ternura desde el fondo de nuestro ser.
Disponer de momentos de silencio en nuestra vida diaria resulta cada vez mas difícil, incluso en la tercera etapa de la vida. Muchas ancianas dedican un tiempo de silencio interior como terapia, o como práctica espiritual y la vida interior va ganando importancia a menudo que maduramos. Durante las primeras etapas de la vida nos dedicamos a explorar el exterior y con la edad echamos mano de todo lo que ya hemos experimentado y disponemos del tiempo para desarrollar nuestra vida interior incluso porque dormimos menos de lo habitual, y eso nos da más tiempo.
Las brujan no se quejan-  fragmento- Jean Shinoda Bolen

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